Choferes
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En el último tiempo tomé muchos taxis. Fueron viajes largos, desde Parque Chacabuco hasta Núñez, y tuve tiempo para pensar y observar por la ventana. Todos tomaron distintas rutas, así que cada vez había algo nuevo para mirar. Buenos Aires es muy rara. Es un collage de estilos. Mis partes preferidas siempre son las aspiracionales, cuando se nos ocurrió que queríamos ser Europa. Me parecen increíbles los detalles, las molduras, el TRABAJO que tienen esas construcciones. Si a Lali y a mi nos llevó tanto tiempo pintar un mural, no me quiero imaginar construir esas obras MAJESTUOSAS. El teatro Colón es impresionante. Por suerte dos o tres conductores pasaron por ahí, ya de noche. Lo vi iluminado e IMPONENTE. Esa zona además es muy interesante porque tiene el obelisco que ni idea qué vendría a representar pero queda canchero. Es medio un edificio al pedo, ¿no? Googlearé.
Los conductores, además, son una lotería. Algunos tocan charletas, otros solemnes, otros imponen sus gustos musicales. No sé qué pensar al respecto porque por un lado, su auto sus reglas. Por otro lado, me ofrece un servicio de transporte y durante el trayecto podría preguntarme si me parece bien escuchar reggeaton a todo lo que da o si prefiero la Aspen 102.3 como la señora que soy. Hablando de eso, uno de los conductores, el más charleta de todos, pensó que yo tenía CUARENTA AÑOS. Lo comenté por todos lados con mucha angustia. Justo estoy aprendiendo a lidiar con la palabra señora pero ya que me agreguen diez años es lo peor que me podía pasar. Estaba oscuro y tenía barbijo, ¿QUÉ LE HIZO PENSAR QUE TENGO 40 AÑOS? ¿Acaso mi divorcio? ¿Mi RETICENCIA a tener hijos y formar familia? ¿El vínculo maternal con mi perra? ¿Cómo se percibe la edad de las personas? Para que él piense que tengo la edad que tengo, ¿tendría que ver el mundo de otra manera? ¿Por qué me importa? ¿Qué me preocupa de que la gente me vea mayor? Ese miedo a envejecer, otro mandato más que tengo sumamente instalado. Ayer me encontré preocupada por las líneas de mi frente pensando en la urgencia de armarme una rutina de SKINCARE. Eso sale carísimo, desconozco la efectividad y dudo que adquiera el hábito. No me gusta lavarme la cara. El agua de la canilla sale muy fría, no puedo respirar, me salpico toda la ropa. Me miro al espejo y parezco un caniche mojado. Es obvio que voy a tener muchas arrugas. Me río mucho por suerte, y se pliega un montón mi cara cuando río, como un shar pei. De hecho mi cara de risa es bastante fulera… Las fosas nasales se expanden en su máxima expresión, aparecen absolutamente todos mis dientes desalineadísimos, superpuestos, desorientados. Ahora con ortodoncia. Hago sonidos de todo tipo, según la risa, ninguno de ellos sutil. ¿Voy a dejar de reírme porque no me gusta la cara que hago? ¿Por miedo a arrugarme? ¿Para ocultar mis dientes feos? PUES NO MI CIELA. Reír, comer, bailar, dibujar, dormir. Lo mejor de esta existencia.